Voy a morirme, Toshiro… –susurró, cuando su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama. Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta… Mil grullas…o Semba-Tsuru, como se dice en japonés. Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesilla. Sólo veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta. |
3 comentarios:
¡Qué belleza, Josa!
Gracias...
Hermoso hermoso! He leido esa historia mil veces, pero justo ahora quiero hacer una entrada en mi blog respecto a el tema de hiroshima. Te reuego que me permitas utilizar tu imagen para ponerlo en la entrada principal.
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